Título original: Airamppo: la semilla que tiñe
Dirección: Alexander Muñoz y Miguel Valverde
País: Bolivia (2008)
Duración: 78 min.
El cine donde la sobriedad no es recomendable ni en el espectador
Próxima a una obra del realismo mágico, la película Airamppo: la semilla que tiñe, de Miguel
Valverde presenta una propuesta cinematográfica diferente de los cánones del
cine comercial. Con una historia que, lejos de estar bien estructurada y
equilibrada, al contrario expone el exceso etílico y el desorden característico
que se vive en las festividades de los valles cochabambinos. Todo transcurre en
una pequeña y pobre población, donde cuatro personajes, lejos de ser centrales,
son los más visibles. Entre ellos, un diminuto alcalde salido de alguna
historia de la Tierra Media, un gringo transgénico que quiere renovar el
mercado del maíz y un anarco-universitario hippie cuasi antropólogo, enamorado
de la infaltable “cholita fatal” poseedora y proveedora de la verdadera
protagonista de esta peculiar historia: la Chicha.
Milenaria bebida alcohólica, la Chicha fue
considerada el “elixir de los Incas”. Se produce a través de la fermentación
del maíz previamente masticado y escupido. El airamppo es un cactus cuya
semilla le da un color rosáceo al fermento. En la actualidad ya no se
acostumbra el masticado, pues el maíz se machaca en piedra y con un poco de
agua se fermenta en envases de barro. Tal hecho es demostrable en Airamppo, porque en aquel pueblito
paupérrimo no hubiera habido la saliva suficiente para las descomunales
cantidades ingeridas de Chicha, que
transformaron una realidad de burritos, comercio y peluquerías, en una ficción
de colores, cantinas, diablitos y olores.
La estética cinematográfica es
realmente extraordinaria. No solamente por el colorido de las visiones y
vestimentas, sino, por las excepcionales características de muchos rostros en
estados de ebriedad. Son inolvidables, aunque seguramente muchos actores no los
recordarían si no fuera por las bellas imágenes. Cabe aclarar que muchas
actuaciones, e incluso detrás de cámara, estuvieron bajo los efectos de la
milenaria bebida incaica. Ello descubre un hecho definitivo, la cámara no
solamente filma como si estuviera en los ojos de un borracho, sino, es posible
que en realidad estuviera en los ojos de un borracho. Otra virtud y
singularidad de esta película es su capacidad para romper con la narrativa
central, aquella que otorga unidad a toda obra. En Airamppo: la semilla que tiñe, no hay una única historia, sino
muchas que nunca llegan a concretarse. Todo circula bajo un hálito de ilusiones
y sueños cuasi reales, aunque lo único real es la borrachera. Entre risas,
abusos, amores y descontroles, esta película libera al espectador, por 78
minutos, de su apacible cotidianidad y lo introduce en aquel mundo donde la
Chicha y la borrachera son la única forma de no perecer.
Como en la magnífica obra de
Cervantes, Airamppo no termina en el éxtasis máximo de la ilusión y la locura,
sino con la cruda realidad. El retorno de los personajes es el retorno del
espectador, es decir, un Chak´i general. Éste,
provocará la necesidad de volver a ver esta película que hace un grato
homenaje a la Chicha. Querido lector,
en una segunda oportunidad, para estar a la par con los personajes, le
recomendamos verla con un buen vaso de Chicha, o mejor una “tutuma”, resplandeciente
de Airmappo: la semilla de tiñe.
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